3 de noviembre de 2007

Curiosidades

Un caso de Esquizofrenia: La vida de John Forbes Nash, Jr.

Una mente Brillante” fue basada en un hecho verídico, en el cual el film cuenta la vida de John Nash, un premio Nóbel quien convivió la mayor parte de su vida adulta con la esquizofrenia. Sólo con la ayuda de su mujer logró sobreponerse para alcanzar el Nóbel en 1994.

John Nash es un profesor interpretado por Rusell Crowe, que comienza como estudiante en Princeton, en 1947. Nash se destaca por ser un gran matemático, con la extraordinaria habilidad de detectar patrones tanto en la naturaleza como en áreas muy diversas lo que le permitió establecer métodos para resolver problemas que antes no tenían solución , las matemáticas pasan a ser un símbolo fundamental en la vida de John Nash.

Nash se desempeño como profesor en la misma universidad donde estudió, y según el relato, además trabajando en descifrar códigos del enemigo, para el departamento de defensa CIA, representado por el agente Parker (Ed Harris). Luego se enamora de una alumna de él, Alicia (Jennifer Connelly), y posteriormente se casa con ella. Mas tarde se descubre que Nash tiene alucinaciones paranoides y es internado en un hospital mental en el años de 1959, al cuidado del misterioso Dr. Rosen (Christopher Plummer).


NOTICIAS SOBRE LA COLIFATA (RADIO Y TV)

www.lacolifata.org


Reportaje de Página 12

Alfredo Olivera, director de La Colifata, explica cómo concretó durante nueve años, sin apoyo estatal, su particular terapia de la palabra. Ahora habrá estudio techado, gracias a aportes privados.

Es una radio en el borde. Y está ubicada en el Borda. En FM La Colifata, la radio hecha por los internos del Hospital Neurosiquiátrico José Borda, la línea que divide el estrecho de la locura es demasiado fina como para poder descubrirla a simple vista. Los colifatos –así les gusta llamarse a los que ponen su voz en el micrófono – acaban de cumplir nueve años de vida, pero el trayecto no fue precisamente sencillo. Su director Alfredo Olivera explica a este diario cómo la radio tuvo que ser reconocida por fuera del hospital, para ser aceptada desde adentro. El 23 de agosto de 1991, Olivera, director del proyecto, estaba comenzando a construir un puente que los hizo cruzar por las altas paredes del Borda. Y el puente creció a pesar de todo, incluso a pesar del mismo hospital.

Fue la casualidad lo que llevó a Oscar Ruggeri a donar –como un buen regalo de cumpleaños– los fondos para armar un estudio propio de emisión que comenzará a construirse pronto. Hasta ahora, los internos lidiaban con el frío y la lluvia cada vez que éstos se hacían presentes y contaban (de hecho todavía cuentan) con tan sólo unas sillas para sentarse alrededor de una mesa diminuta. “Esto demuestra que hay claramente una política de indiferencia del hospital con el proyecto de la radio”, dice Olivera a Página/12. “Pero como La Colifata tiene una presencia fuera del hospital bastante importante, apostamos a crecer a partir del aporte que hace la gente.”

–¿A qué se refiere con buscar el crecimiento por afuera?

–Hace 3 o 4 años, desde la dirección del hospital estuvieron por inaugurar un proyecto radial que se iba a llamar FM Borda, y que nos dejaba afuera a nosotros. Ese proyecto naufragó, entre otras cosas porque La Colifata logró una fuerte repercusión. Nos invitaron a dar charlas o conferencias en Alemania, fuimos a un congreso de rehabilitación en Holanda, conseguimos un Martín Fierro, y aun así nunca nos dieron un espacio físico.

–¿Cómo fueron los festejos?

La Colifata nació el 3 de agosto de 1991. Se festejaron los 9 años desde la continuidad de un proyecto que fue creciendo en relación con los niveles de respuesta comunitarios. Aprovechamos para festejarlo porque vamos a poder construir un estudio de emisión en el mismo lugar donde ahora estamos al aire libre, con el aporte económico que va a dar Oscar Ruggeri (director técnico de San Lorenzo). El se enteró de La Colifata por una nota en TyC, le contamos que queríamos construir un estudio y se ofreció para poner la plata. Además va a participar la Organización Ecológica Utopía. Entre ambos van a dar los fondos para construir un estudio y es idea nuestra que sean los internos los albañiles de la construcción. Incluso está pensado que ganen un sueldo por su trabajo.

Olivera comenzó a visitar el hospital siendo parte de un grupo que se llamaba Cooperanza, creado por Alfredo Moffat, y que fue la continuación de la peña Carlos Gardel interrumpida en los años de plomo. “Yo empecé a ir a ese grupo y después de unos 8 o 9 meses se me ocurrió la idea de armar la radio. Creo que en el hospital, además de la patología que pueda tener un interno, también cargan con la cruz de la marginación. La radio fue pensada como un salto al muro para volver a poner la palabra de los internos fuera del hospital. Luego nos dimos cuenta de que tenía fines terapéuticos.”

Escuchándolos en la radio da la sensación de que la línea entre el adentro y el afuera es demasiado estrecha...

–Eso es significativo. Desde nuestro posicionamiento ético pensamos en la radio como un dispositivo para tratar de despertar en la comunidad acciones solidarias, y también efectos terapéuticos puntuales. Ahora bien, no hay clínica posible si no se tiene en cuenta que detrás de la radio hay justamente eso: gente. Que la vida les ha pegado y ellos han sido atravesados, y van cruzando el hecho de existir y tratan de subsistir de distintos modos.

–Es curioso ver cómo se ríen de sí mismos...

–A ellos les gusta llamarse colifatos. Parece que hay una diferenciación entre el loco feo y peligroso y el colifato que ha logrado con ese significante otra mirada desde el punto de vista de la sociedad.

–¿Hay pertenencia a la radio?

–Esa es la idea. No se trata de un proyecto normativo, no se trata de que nosotros, “los que sabemos”, desde el taller de radio, les enseñemos a hablar, o a producir un programa. El hacer mejores programas o mejores producciones son efecto de que acá lo que más nos importa es que lo que emerja sea un Pedro, un Juan, una María o una Estela. Y lo que hace la radio es habilitar un espacio desde lo simbólico para que de allí pueda emerger un discurso. Por eso creo que la Colifata, en general, no da lástima sino que despierta ternura y ganas de acercarse en la gente. Lo otro sería patético. Pretender que sean aprendices de un Macaya Márquez sería seguir profundizando el proceso de desapropiación de las personas.

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