15 de noviembre de 2010

Producciones de alumnos de 4º año 2010. CIERRE TALLERES ESI

CUENTO: HISTORIA DE UNA ALUCINACIÓN
AUTOR: PEDRO 4º CN
                Allá por 1960, cuando la moda eran Los Beatles, un hombre de temprana edad, de clase media baja especialista en fármacos y químicos, trabajaba en una farmacia del barrio, en la que nada más se vendían medicamentos como el Vicodin u otras drogas de fuerte efecto.
                Con su padre y madre fallecidos y su hermano en el otro lado del mundo, estaba solo en una época de muchos descubrimientos.
                En una noche de soledad, en un bar, influenciado por los efectos del alcohol, conoce a un grupo de hippies, que salían de un recital.  George nota en ellos una actitud rara que le llama la atención. Cuando les pregunta qué les pasaba, le dijeron: “Nada más, probalo”. Le dieron un pedacito diminuto de un hongo. Y él pensó: “Qué me puede hacer esto, si ellos están bien”. La sensación de libertad era increíble, la agudeza de los colores y de los sentidos. En los ochenta minutos siguientes nunca se sintió tan fuera de la realidad, tan gris y aburrida.
                Lo invitan a recitales, donde se repite el acto, y cada vez era más frecuente. El pelo crecía, el sueño era inmenso, las faltas al trabajo eran más frecuentes y todo se complicaba. Los  únicos momentos buenos que tenía eran los que atravesaba en esos viajes en los recitales…
                Un día de ausencia al trabajo llama el jefe informándole su despido. Eso le hizo pensar en lo que estaba haciendo, pero después de una noche, todo volvió a lo mismo, drogas y nuevas experiencias, cada vez más fuertes y duraderas.
                Después  de un recital fueron a un bar. George comenta a sus amigos sobre su despido. Cuando ellos se enteran de dónde lo echaron decidieron ir a robar “algo para probar”. El robo resultó bien y se llevaron un variado de pastillas tranquilizantes a sus casas.
                Después de unos meses de diversas mezclas de pastillas fuertes, encontró una combinación de fármacos que le hicieron sentir lo que nada antes. Le pareció una buena idea: hacer más y más comprimidos alucinógenos. Empezó en las piletas de la cocina, en la el baño…
                Hasta que un día decidió hacer una producción más grande utilizando la bañera para mezclar los compuestos. Cuando terminó la producción se fue con su grupito a un recital donde las pastillas no eran un negocio sino un regalo para poder sentir esa sensación.
                Fueron un total de cincuenta comprimidos repartidos aunque George no ingirió ninguno, pero se guardó varios. Un día después el recital, cuando quiere encontrarse con sus amigos, no los encontró por ningún lado. Fue entonces cuando vio en el diario, en primera plana, un total de doce suicidios de diferentes jóvenes con algo en común: aparecieron todos los cuerpos con los pelos arrancados, sin ojos, y con diferentes causas, como saltos desde terrazas, colgados, con tiros en la cabeza… fue entonces cuando leyó los nombres  vio que tres de los doce, eran sus amigos.
                Cuando llegó a su casa, encendió el televisor, y los suicidios habían ascendido a veinte, con similares características. En ese instante, el pánico empezó a caer en él, entró en un estado de angustia… Minutos después, la policía y un grupo elevado de antinarcóticos golpearon su puerta. Al abrirles, fue esposado y arrestado por la elaboración de drogas alucinógenas muy fuertes, de larga duración.
                En la prisión había podido pasar unas de sus últimas pastillas que había guardado. Decidió tomarlas cuando los golpes y violaciones de otros prisioneros se hicieron insoportables. Al tomar la pastilla, rápidamente surtió efecto, distorsionó en un ciento por ciento los colores y formas de los objetos y sus movimientos. Después de diez horas de efecto, el dolor de cabeza y las intolerables alucinaciones lo hicieron arrancarse los pelos y los ojos… terminó con su vida estrellando su cabeza contra las rejas de la oscura celda.

                “Los efectos de los alucinógenos podían durar hasta tres días, y entre los ’60 y los ’80, hubo 1200 suicidios por sus consecuencias”

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